Quis hic locus, quae regio, quae mundi plaga.
Todas las historias comienzan con un despertar, un despertar bueno o malo. Pero este despertar no es lo uno ni lo otro, es simplemente otro día más que se presenta de un color gris de corazón. Ya ha comenzado a sonar el despertador, son las 8:30, el telón se levanta para la gente que quiere escuchar las pequeñas historias que recorren a las personas, hoy no sólo está abierto el telón sino también el corazón y los sueños de un ser insignificante en este gran universo.
Ya han sonado los redobles y los actores han salido al escenario, son muchos pero todos con un papel igual de importante. Vemos como tímidamente sale el sol y lanza sus primeros halos de luz sobre esta pequeña ciudad pero para ese entonces ya se habrán despertado muchas personas que comienzan su ajetreada rutina de trabajo. Más tarde mientras el sol calienta la ciudad, sus habitantes se irán incorporando al escenario y dándole vida poco a poco.
Esta pequeña ciudad de la que hablo es San Cristóbal de La Laguna, más conocida como La Laguna. Todos los días ocurren pequeños relatos e historias realmente graciosas de actores insignificantes pero importantes igualmente. Tal vez muchos de ellos no aparezcan en los libros de historias, probablemente tampoco sean conocidos y seguramente pasan inadvertidos antes nuestros ojos. Pero de lo que si que estoy seguro es son igual de importantes porque forman la historia de vida de cada uno de nosotros.
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